miércoles, 18 de diciembre de 2013

PODEMOS HACER MÁS. OTRA FORMA DE PENSAR EL DERECHO

El libro que acabo de publicar en la editorial Pasos Perdidos, “Podemos hacer más. Otra forma de pensar el Derecho”, trata de aunar dos ideas que he tenido siempre muy presentes y que constituyen la espina dorsal de mi manera de concebir la filosofía del Derecho. La primera es el pragmatismo, entendiendo por tal una actitud –si se quiere, una especie de presupuesto para cualquier filosofía del Derecho- que da primacía a la práctica y que, en consecuencia, supone que la única forma de dar sentido al trabajo teórico es que el mismo esté encaminado, aunque no sea de una manera inmediata, a la mejora del Derecho y de la sociedad. Y la segunda es la necesidad de concebir el Derecho de tal manera que se facilite la obtención de esos propósitos prácticos: que el Derecho pueda ser un factor de transformación social. Dado que, en mi opinión, el formalismo jurídico sigue siendo, al menos en los países latinos, una concepción del Derecho de enorme peso en la práctica y el principal obstáculo para desarrollar ese tipo de filosofía, la apelación a esa “otra forma” de pensar el Derecho que se contiene en el subtítulo hace referencia a una visión no formalista y no positivista del Derecho: a una concepción que no considera que el Derecho sea sólo un conjunto de normas, sino que ve en el mismo, sobre todo, una práctica racional encaminada a la obtención de ciertos valores: los del Estado constitucional. Los diversos capítulos del libro (incluido el prólogo) tratan de mostrar las consecuencias teóricas y prácticas que se siguen de esa idea general cuando la misma se aplica a esclarecer la noción de globalización y de constitucionalismo, a mostrar cómo puede articularse la libertad de expresión con el respecto a las convicciones religiosas, cómo hacer uso del principio de abuso del derecho para paliar situaciones de grave injusticia, cómo entender la justicia constitucional o cómo configurar el derecho a morir.